jueves, 25 de diciembre de 2014

¿Dónde estaba Dios?


Sobre mi cabeza el verde radiante de la hiedra rivaliza con el destello multicolor de las camelias. La naturaleza del entorno me transporta varios años atrás; a aquella noche que marcó el devenir de la historia, la noche del Nacimiento.

Y pienso que el acontecer de la vida marca, no pocas veces, giros inesperados, no siempre fáciles de asimilar. La voluntad humana  lidiando batalla con los versos de nuestra idónea historia personal. Y es que, somos protagonistas de nuestra historia pero no dueños del argumento.

¿Cómo sería el camino de Nazaret a Belén? Imaginemos por un momento... 
El cansancio acumulado tras un centenar de kilómetros recorridos, dolores de parto, vicisitudes del camino (frio, calor, viento, accidentes geográficos...), estado anímico fluctuante, desamparados en el destino y finalmente refugiados en un establo. Y allí, desprovisto de las comodidades más básicas, en medio de no pocas complicaciones y acostado en un pesebre, encontramos al Hijo de Dios.

El primer regalo del Recién Nacido fue, encontrar a Dios no sólo en las notas armoniosas de mi Vida sino en las pequeñas o grandes vicisitudes de mi Camino.

martes, 25 de noviembre de 2014

Vuelta a la esencia




"¡Grandes y admirables son tus obras, Señor, Dios todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los pueblos!

Con esta sencilla y, a la vez, contundente afirmación detendré hoy mis pasos que, caminan sin tregua por el trasiego del día a día. Como ciervo que apacienta en el collado, todo mi pensamiento girará en torno a esta bella afirmación: "Grandes y admirables son tus obras Señor"
La belleza de la Creación es uno de los más certeros símbolos de la perfecta divinidad. Dios se deja reflejar en medio de ella. Dejémonos enamorar, dejémonos sorprender por la presencia admirable de Dios a través de sus múltiples manifestaciones. 
El origen, la esencia, la naturaleza en estado puro... cuando más lo necesitamos volvemos a ella.


domingo, 16 de noviembre de 2014

Talentos


Sentado sobre la arena, el tibio sol de la mañana calienta mi cara. Trato de asimilar tanta belleza concedida: el verdor fulgurante de los pinos, la blanca arena de la bahía, el sonido de las olas que no cesan y, a lo lejos: mi casa. El blanco cortinaje, agitado por el poniente, entra y sale por la ventana. Todo parece formar parte de una perfecta sinfonía en la que nada es prescindible.
Y pienso en aquella parábola del Nazareno que hablaba de los talentos. El descubrir mi talento y saber multiplicarlo es algo bello. Esconderlo, como aquel jornalero que por miedo a las represalias de su Señor lo enterró en un pozo, no ayuda a construir el Reino ni a mejorar el entorno. El pueblo espera, al doblar la esquina, una bella melodía de la que formas parte.
Mejorar nuestra sociedad, a base de multiplicar nuestros talentos... A esto se parece el Reino de los Cielos.

PD. Dedicado a una persona que se preguntaba hace unos días "cual era su misión en este mundo".

sábado, 15 de noviembre de 2014

Olor a mar, aires nuevos


Siglo I d.C.

Mi nombre es Cornelio. Sentado junto a la ventana escribo estas líneas. El olor a salitre y el fresco aire mediterráneo impregnan la pétrea quietud interna. Tener cerca al mar otorga a Cesarea, mi ciudad, un encanto especial.

Yo soy un hombre de tantos, aunque asentado en una sólida estructura e importancia social. Ya no me contento con dirigir, a golpe de vitis, decenas de hombres de la milicia romana. Pese a gozar de una aparente estabilidad, necesito del agua de la novedad y la plenitud.

Pedro, lo tiene claro y transgrede las normas entrando en mi casa, la casa de un extranjero. "Los mios" clavamos de un madero al mismo Jesús el Nazareno. Pero a Pedro, poco le importan las habladurías si se trata de una buena causa.

Yo, Cornelio, uno de tantos, recibo el agua del Bautismo. Y paso a ser reconocido, en la historia del cristianismo y de la humanidad, como el primer gentil bautizado. 

Nada será lo mismo a partir de ahora...