Siglo I d.C.
Mi nombre es Cornelio. Sentado junto a la ventana escribo estas líneas. El olor a salitre y el fresco aire mediterráneo impregnan la pétrea quietud interna. Tener cerca al mar otorga a Cesarea, mi ciudad, un encanto especial.
Mi nombre es Cornelio. Sentado junto a la ventana escribo estas líneas. El olor a salitre y el fresco aire mediterráneo impregnan la pétrea quietud interna. Tener cerca al mar otorga a Cesarea, mi ciudad, un encanto especial.
Yo soy un hombre de tantos, aunque asentado en una sólida estructura e importancia social. Ya no me contento con dirigir, a golpe de vitis, decenas de hombres de la milicia romana. Pese a gozar de una aparente estabilidad, necesito del agua de la novedad y la plenitud.
Pedro, lo tiene claro y transgrede las normas entrando en mi casa, la casa de un extranjero. "Los mios" clavamos de un madero al mismo Jesús el Nazareno. Pero a Pedro, poco le importan las habladurías si se trata de una buena causa.
Yo, Cornelio, uno de tantos, recibo el agua del Bautismo. Y paso a ser reconocido, en la historia del cristianismo y de la humanidad, como el primer gentil bautizado.
Yo, Cornelio, uno de tantos, recibo el agua del Bautismo. Y paso a ser reconocido, en la historia del cristianismo y de la humanidad, como el primer gentil bautizado.
Nada será lo mismo a partir de ahora...
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